En una tesis elaborada por repubblica.it en colaboración con los datos registrados por calcioefinanza.it, se observa cómo se mejoran los ingresos de un equipo al disponer de un campo de fútbol en propiedad. En la primera división de Italia estos casos sólo se reservan a Juventus y Udinese.
La conclusión de este estudio muestra un caso muy claro. La última temporada del club ‘bianconero’ en el Olímpico de Turín (el viejo Comunale utilizado para las ceremonias de los JJOO de invierno en 2006) dejó 11 millones de euros de beneficios. La temporada pasada, la cuarta desde su inauguración, dejó 51 millones. Un incremento del 500%.
Más allá del plano económico, al equipo de la FIAT la jugada también le ha ayudado en el ámbito deportivo. De hecho, desde que juegan en la nueva estructura siempre han ganado el ‘Scudetto’. Además, hasta ahora sólo han perdido 3 encuentros como locales en Serie A. Del Piero ya comentó en su momento: “Esta instalación vale al menos 5 puntos más en la clasificación cada año”.

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El nuevo estadio, primero de todo, hace negocio, pero además ayuda a ganar y produce dinero. Un negocio perfecto. Claro que, levantar el Juventus Stadium necesitó de una inversión gigantesca y de algún que otro favor institucional. Los terrenos dónde se sitúa el feudo de la ‘Vecchia Signora’ están cedidos casi gratis por 99 años por el ayuntamiento de Turín. Un “empujoncito” clave para el cambio.
Por estas razones, otros conjuntos como Roma y Milan han querido sumarse a renovar sus instalaciones. Sin embargo, por diferentes problemas sus proyectos permanecen parados. Sobre todo el del Milan, que por no poder/querer abandonar el histórico San Siro, renuncia a realizar una inversión ilusionante para muchos aficionados.
Mientras, equipos más pequeños gobernados por grandes empresarios sí han conseguido renovar sus coliseos. Es el caso del Udinese, al mando de la todopoderosa familia Pozzo o el del presidente de Confindustria Giorgio Squinzi que arrebató el recinto a la Reggiana para hacer jugar al Sassuolo por medio de la empresa Mapei.
Son los únicos, que junto a la Juventus, disponen de un recinto deportivo que no es de alquiler a un medio público. En los últimos años salen proyectos que hacen ilusionar a los aficionados, sin embargo, la mayoría acaban desestimándose. En la capital, el ex-alcalde Ignazio Marino, aseguraba que: “en enero de 2017 la Roma estrenará nuevo estadio”. Meses después acabó forzado a dimitir y el presidente James Pallotta continúa dudando sobre la nueva construcción.
El proyecto presentado por el constructor Luca Parnasi estimaba un gasto de mil millones de euros. Una construcción llamada a ser una ‘ciudad del deporte y del entretenimiento’ en la zona suroeste de la ciudad, cerca del antiguo hipódromo de Tor di Valle.

Proyecto nuevo estadio de la Roma (Gazzetta dello sport).
Este nuevo escenario tendría capacidad para unas 56-60 mil personas. Menos que el Olímpico. Es una de las características de estas nuevas obras. Con las televisiones realizando el partido en alta definición, con repeticiones y cámaras desde todos los ángulos posibles, cada vez menos gente se desplaza al campo. Son mucho más rentables económicamente los derechos de televisión que la recaudación de billetes.
Volviendo de nuevo a la Juventus. En su última temporada, a pesar del notable incremento de las entradas, la taquilla está sólo en el tercer lugar por orden de importancia en la tabla de ingresos. Con un 14,8% queda muy lejos de los 195 millones de euros (55% de beneficios) que aportan los derechos de televisión. En segundo lugar se coloca la publicidad con un peso del 15,5%.
Otro motivo por el que los nuevos estadios se edifican con menos capacidad es para dar un carácter de más exclusividad al fútbol. Dicho de otra manera, la sociedad se puede permitir elevar el precio de las entradas para colgar el cartel de lleno. Con una demanda alta, casi siempre existente en este deporte, las arcas de los clubes se llenan pero los aficionados obreros de toda la vida pierden. El negocio manda.
En este panorama tan triste, si los ‘grandes’ equipos italianos quieren igualar las fuerzas a sus competidores europeos, tienen que evolucionar económicamente con un estadio en propiedad. Los ejemplos realizados dicen que la inversión vale la pena, siempre y cuándo el proyecto no sobrepase los límites previamente establecidos.
En cualquier caso, lo que debería ser, pese a todo, obligatoria es consultar a los aficionados sobre si están de acuerdo o no con un nuevo proyecto de estadio. Algo que ya ocurrió en el Arsenal antes de dejar Highbury o en el Athletic con el nuevo San Mamés. La sociedad londinense hizo entender que para financiar el nuevo campo debía ahorrar en el mercado de fichajes. Aún así los aficionados dieron el aprobado y el Emirates Stadium es una realidad desde 2006.
Italia es un país particular. La mayoría de sus recintos deportivos son incómodos y vetustos. Todos quieren cambiar pero casi nadie tiene dinero. Por eso Goldman Sachs ya ha visto oportunidad de negocio y ha enviado a Europa a Greg Carey con el objetivo de convencer a diversas sociedades para lanzarse a construir una nueva casa. Además de Milan y Roma, en el punto de mira de Carey también está la Fiorentina de los hermanos Della Valle.

Calcio e Finanza | Joe Ravitch (izquierda) y Greg Carey (derecha)
Hay un argumento que podría jugar a favor del grupo de inversión: el tiempo y la competitividad. Mientras se continúan disputando campeonatos, la diferencia económica de la Juve crece. Es decir, la distancia económica y deportiva aumenta. Y a nadie le interesa que la Serie A se vuelva una liga sin emoción dónde los ‘bianconeri’ puedan ganar sin oposición.
Fuente: Repubblica | Calcio e Finanza