El 7 de diciembre de 1966 en Amsterdam, el mundo del fútbol descubrió una táctica nueva, una forma revolucionaria de practicar este deporte. El Ajax de Rinus Michels formaba con un equipo dónde ya sobresalía un jovencísimo Johan Cruyff que junto con sus compañeros realizaron un encuentro perfecto según las crónicas de la época.
Octavos de final de la Copa de Europa. Los holandeses se enfrentaban ante el poderoso Liverpool. Antes de la eliminatoria, un asistente de Bill Shankly siguió al equipo de Amsterdam en un partido de campeonato local. A pesar de que en la época ya se empezaba a hablar de su forma de jugar, el ojeador se llevó una pésima imagen de Cruyff y sus compañeros. Tan malo fue su informe que avisó al preparador de los ‘reds’ de que no habría problemas en superarles. “Demasiado débiles en defensa”.
En consecuencia con lo que le había dicho su ayudante, Shankly preparó el choque de ida en Amsterdam en un rígido 4-4-2. La táctica era simple, balones largos para buscar ganar en el juego aéreo y así aprovecharse de la supuesta fragilidad defensiva holandesa. Juego físico por encima de táctico. Un fútbol que había triunfado ese mismo año otorgando a Inglaterra su primer (y único hasta la fecha) Mundial. ¿Por qué deberían preocuparse de una banda de chavales?
En estos términos se llegó al ansiado encuentro con una niebla tan densa que el árbitro estuvo a punto de suspender el partido. De hecho, fue el propio entrenador del Liverpool en convencer al juez de la contienda. Para los ingleses quedarse más tiempo en Holanda era un problema ya que pocos días después debería enfrentarse al Manchester United. Otro anécdota que muestra cómo los ‘reds’ menospreciaron a su rival en el choque de Copa de Europa.
Ese día el Estadio Olímpico de Amsterdam lucía sus mejores galas: 55.000 espectadores desafiaron la niebla para disfrutar de un partido que a la postre acabaría siendo histórico. Desde el pitido inicial los locales mostraron un juego tan novedoso y diferente que sus rivales no entendieron ni cómo defenderse. Tras sólo tres minutos, el Ajax se adelantó en el marcador con gol de De Wolf. Poco después llegaría el tanto de Cruyff, que en aquel choque sólo tenía 19 años. Pero todavía quedaba el doblete de Klaas Nuninga para llegar al descanso con un 4-0 parcial.
Shankly y los suyos estaban en estado de shock. Los holandeses estaban en todos los sitios, llegaban a todos los balones y además lo hacían con una destreza y una técnica nunca vistas. Regateaban y hacían triángulaciones a una velocidad impresionante. Las crónicas dirían que recordaban a los ‘magiares’ de la Hungría de Puskas pero con una mayor capacidad atlética.
Los segundos cuarenta y cinco minutos no cambiaron el guión. Sólo a falta de un minuto para el final el Liverpool despertó mínimamente y logró marcar un gol por mediación de Lawler. Fue un espejismo porque en la jugada siguiente llegó el gol de Groot y el silbido final. Resultado: 5-1 a favor de los de Rinus Michels. El técnico holandés salió del banquillo y celebro en el campo la goleada, se había dado cuenta que había creado a un equipo campeón.
Todavía no era el gran Ajax que saldría campeón de la Copa de Europa en los primeros años de la década de los 70, pero fue su germen. Una criatura que con el tiempo evolucionaría y crecería. Eso sí, entonces Cruyff ya era un espectáculo, jugaba con el número 9 y ya era el futbolista total: era el cerebro, centrocampista, ala y delantero. Era el símbolo del juego que Michels enseñaba tras aprenderlo de un viejo mister escocés: Jack Reynolds.
En el partido de vuelta, los ‘reds’ se prepararon para la remontada pero fue imposible. La segunda parte de la eliminatoria acabó con 2-2 y con los ingleses eliminados. Si bien, ese Ajax no avanzó mucho más en la competición ya que quedo eliminado en el siguiente turno contra el Dukla Praga. No lograrían salir campeones, pero el 5-1 que endosaron al Liverpool fue estudiado durante años y se convirtió en un referente para muchos. Una nueva táctica había llegado para quedarse, una idea de ‘fútbol total’ en la que el intercambio de posiciones, los continuos movimientos de jugadores y el juego sin levantar la pelota eran los dogmas a seguir. Una idea que todavía ha permanecido en nuestros días.
Mario Gago (Co-Director Wanderers)