Cuatro años atrás, el sábado 14 de abril de 2012, Piermario Morosini perecía mientras se disputaba un Pescara – Livorno de Serie B italiana. Un ataque al corazón acabó con el futbolista de tan sólo 25 años. El paro cardíaco fue provocado por una miocardiopatía arritmogénica, una enfermedad que se descubrió que sufría sólo tras la autopsia.
Morosini, centrocampista del Livorno, era un jugador con buena visión de juego, un mediocampista capaz de canalizar el juego de su equipo. Creció en Bergamo y en su carrera pasó por Udinese, Bologna, Padova, Vicenza, Reggina y al final, Livorno. Su último equipo no tenía los medios suficientes para descubrir su anomalía al corazón, un diagnóstico a tiempo seguramente habría evitado la tragedia.
Casi un lustro después, la muerte de Piermario ha servido para cambiar la mentalidad en Italia. El instituto Monzino de Milan está a punto de inaugurar un centro avanzado de cardiología del deporte, el primero en todo el país. Paolo Zeppilli, director de la escuela de medicina del Policlínico Gemelli en Roma realizará una conferencia antes de la apertura. Precisamente, el coloquio del profesor estará centrada en el caso de Morosini.
Hoy podemos decir que Piermario no ha muerto en vano, después de su caso hemos hecho grandes investigaciones sobre su enfermedad. Hemos entrado en territorios desconocidos y ahora sabemos mucho más, también gracias a una beca con su nombre
Morosini sufría una miocardiopatía arritmogénica en el ventrículo izquierdo. Lo norma es haberla en el ventrículo derecho. No era nada fácil diagnosticarla
Paolo Zeppilli, director escuela medicina del deporte en el Policlínico de Roma
Los expertos coinciden que los procedimientos para evitar otros casos dramáticos ya están en marcha. Algo que se debe complementar en todos los estadios gracias a la implantación de desfibriladores y la presencia de personal preparado para realizar maniobras de reanimación. Todo es poco para evitar nuevas tragedias.
Vía Gazzetta dello sport