La noticia del nuevo escudo del Atlético de Madrid, unido al nombre oficial de su nuevo estadio: Wanda Metropolitano, no ha caído nada bien entre la mayoría de aficionados rojiblancos. Un recinto con un nombre comercial que no responde al deseo de la gran parte de atléticos que ni siquiera querían cambiar de casa. Todo esto se produce cuando están a punto de cumplirse las “bodas de plata” de la apropiación indebida de la sociedad por Jesús Gil y Gil y su cooperador Enrique Cerezo.
Venden el nombre del nuevo recinto colchonero intentando hacer un guiño al histórico Metropolitano, pero más bien podría considerarse una argucia para intentar que la afición no proteste por poner Wanda. Además, olvidan el nombre de Vicente Calderón, un gesto bastante feo con el mejor presidente del club.
Muchos justifican la traición a la historia de un club como la que está sucediendo con los atléticos: para adaptarse a las nuevas realidades económicas de la élite del fútbol, quién paga manda. No obstante, no se puede obviar que la inversión del grupo chino en el Atleti, a modo de patrocinio, llega para tapar las deudas de aquellos que se apropian ilegítimamente de la mayoría del accionariado de la SAD.
De hecho, de no ser por Wang Jianlin la realidad del equipo dirigido por Cerezo sería muy distinta. El empresario chino salvó a la entidad de una quiebra casi segura gracias a la ampliación de capital. Gracias a él, la economía del club respira, pero es denunciable cómo se vende la necesidad de un cambio de recinto deportivo que realmente no urge. En los últimos años, con la gestión del ‘Cholo’ Simeone se ha demostrado cuánto puede ser determinante el factor del actual Vicente Calderón. Una liga, una Copa del Rey, una Supercopa de España, una Europa League y dos finales de Champions League en los últimos 5 años lo atestiguan. Se deja un estadio levantado con mucho esfuerzo que se ha convertido en un símbolo para irse a un lugar llamado Wanda por 10 millones de euros al año. Deplorable.
Cambio de estadio, de escudo y lo próximo, no es difícil adivinarlo, será el himno. La esencia y la identidad del club se derrite en la tórrida lava de un volcán incontenible llamado mercantilismo. Y ambición.
Existen aficiones, la del Atlético de Madrid encabezada por Señales de Humo, que, por fortuna, se resisten a ciertas novedades y no aceptan los innecesarios y caprichosos cambios que responden a presuntos intereses comerciales. Y es que la justificación económica va camino de convertirse en un cajón desastre en el que todo lo absurdo cabe y todo lo extradeportivo justifica.
El escudo nuevo tricolor es una aberración para casi cualquier atlético: desde la silueta hasta los detalles. Se cambia la posición del oso y el madroño y se simplifican los colores. Una transformación que nadie ha pedido y que no tiene ninguna justificación. Y mientras, la afición a pagar y a callar.
No quieren masa social, sino clientes. No quieren que pensemos, sino que paguemos. Y nos lo demuestran con un escudito infame. ¿Vamos a seguir dejándonos llevar?. ¡¿En serio?!
Fragmento de la carta de Francisco José Estévez Hernández y Jesús Manuel Martínez Caja (abogados de Señales de Humo) que se ha tomado cómo fuente para este artículo.
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