Parece que el mundo del fútbol es el único dónde no hay problema de precios, dónde existe un mercado que parece fuera de la sociedad y no hay subidas y bajadas constantes. En la economía real, la variación del coste se debe a una consecuencia relacionada con oferta y la demanda, en el fútbol hasta ahora no.
Los economistas llaman ‘inflación’ y ‘deflación’ al fenómeno de subida o bajada del precio de uno o varios productos. El primer término encuentra en el fútbol un ejemplo muy concreto. Desde hace varios años, los clubes más grandes del mundo gastan cada vez más en comprar a una nueva estrella: el PSG ha pagado 220 millones de euros en Neymar y 180 por Mbappe. Ambas operaciones han supuesto un récord en la historia del traspaso de fichajes.
Si se pidiese a un economista o un experto de finanzas que analizase el contexto actual, seguramente hablaría de un modelo ‘alcista’, similar al de una ‘burbuja especulativa’. Quiere decir que el precio de un futbolista ha llegado a un punto que es mucho más elevado de su valor real. Un jugador de 18 años como Mbappe no puede costar tanto dinero, por mucho que sea una potencial estrella.
Una de las posibles razones de cómo se ha llegado a este comportamiento es lo que en la jerga se denomina ‘efecto ancla’. Es decir, se ha creado una tendencia psicológica que hace tomar como referencia un primer precio recibido, sin entrar a tomar más información. Según esta teoría, la tendencia es que este valor venga repetido en el futuro.
Un ejemplo claro: Se puede tomar como traspaso de referencia (o ancla) el fichaje de Gareth Bale por el Real Madrid de 100 millones de euros (la primera operación de tres cifras). Desde ese momento se rompió el ‘tabú’ de los 100 millones y llegaron más ofertas ‘a la alza’: Pogba, Dembelé, Neymar…
Pero para completar la idea hay que tener en cuenta que las arcas de las entidades más potentes del mercado se han llenado cada vez más gracias a sus inversores. PSG o Manchester City son propiedad de jeques que están pasando por encima del ‘Fair Play Financiero’ con impunidad. Por ahora los propietarios siguen inyectando dinero y el sistema aguanta, por eso la especulación es sostenible.
El problema es si verdaderamente estamos detrás de una ‘burbuja’ dónde los valores continúan a crecer de forma incontrolada y sin justificación real. Esto podría llevar a un pinchazo que, cómo ha ocurrido en otros ámbitos, llevaría a una crisis profunda. ¿Podría ocurrir también en el fútbol?¿Permitirían una quiebra de los clubes más ‘gastadores’ o crearían un banco central para financiar la recuperación?
Texto adaptado y traducido de ‘Io Gioco Pulito’
(http://www.iogiocopulito.it/)