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Los nazis no lo deben saber


Posted by WanderersFutbol on 14 Feb 2017 / 0 Comment
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Muchos años después, los habitantes de Edimburgo seguirán hablando de John Donaldson y cuando fueron a buscarlo en medio de la niebla. Se acababa de disputar un sentidísimo Hibernian – Hearts, uno de los muchos derbis de Escocia. Por si solo el derbi no es un partido normal, imagina en Escocia, un país dividido por las rivalidades futbolísticas. El primer día del año 1940 a Donaldson no lo encontraron: los compañeros de equipo entraron en los vestuarios de Easter Road después del pitido final, pero no vieron a John llegar. Volvieron al campo, buscaron en medio de la niebla e identificaron una figura corriendo por la banda, sin saber que era el único jugador que quedaba sobre el terreno de juego.

calcio-nebbia

Verdad o leyenda poco importa, la imagen de John Donalson que correr a una velocidad vertiginosa en medio de la niebla mientras todos están lejos, incluso mentalmente, del partido, es algo que debe entrar por derecho en la historia del fútbol. Y también en la historia verdadera, esa que se estudia.

Es 1 de enero de 1940, Hibernian – Hearts ha abierto el año solar de fútbol escocés y un radiofonista se ha inventado un partido. Con un poco de ingenuidad y sin saber que tenía en sus manos la suerte de todo un país, aquel periodista ha salvado a todos. Porque a Edimburgo hay una espesa niebla pero los nazis no lo deben saber.

Edimburgo es una de las ciudades claves del Reino Unido, no sólo desde un punto de vista histórico también estratégico. La guerra, que en un futuro será conocida como la Segunda Guerra Mundial, inició unos meses atrás y la Luftwaffe ha puesto en liza instrumentos y un plan de acción que hasta el momento solo eran concebibles en las novelas y en las primeras películas de ciencia ficción. Escocia está en peligro pero especialmente Edimburgo. El Puerto de Leith es un punto clave sobre el Firth of Forth, y sin la más mínima duda, es uno de los lugares más golosos para el ejército alemán. Por no hablar del Forth Bridge, que se encuentra ligeramente al oeste respecto a la ciudad, pero que es la única via para poder comunicar, con el tren en este caso, con Dunfermline y con el norte del país.

Se da el caso que el Easter Road, el estadio del Hibernian, está a un paso de Leith y que en la zona del puerto se ha concentrado la mayor parte de los hinchas de los Hibs. El ejército británico está luchando en el frente, y muchos hinchas verdiblancos se han enrolado, también muchos del Hearts, además de los apasionados del fútbol en general, por esto, el Hibernian – Hearts del 1 de enero de 1940 se transmite por la radio, en la prestigiosa frecuencia de la BBC.

edinburgo-1940

Escuchando la retransmisión muchos hombres apartados de sus casas y de sus familias y enviados a combatir por algo más grande que ellos, pero no están solo ellos con las orejas puestas en los transistores. También los alemanes escuchan, se informan de cualquier tipo de debilidad en Edimburgo, buscan saber cómo entrar y sorprender al enemigo. Tradicionalmente, el derby de Edimburgo se juega en los primeros días del año y en la temporada 1939-1940 no cambia. Para desgracia de los catorce mil hinchas reunidos en el estadio ese día, sobre la ciudad escocesa, ha caído una capa de niebla, que no se puede ver más allá de un palmo de la nariz, literalmente.

Leo Hunter es jefe redactor de la BBC y se informa sobre el desarrollo del partido, porque realmente no se entiende lo que está sucediendo a un metro de distancia. Hunter sabe que aplazar un partido así, en ese momento, sería un arma de doble filo, no tanto para la primera división escocesa sino porque proporcionarían gran información a los enemigos, a los alemanes. El jefe de redacción ha enviado a a Bob Kingsley a Edimburgo ese día, es él la voz del Hibernian – Hearts.

Kingsley se sienta en la grada con el micrófono en mano y no ve nada, únicamente a los dos jugadores de banda Donaldson por el Hearts y Gilmartin por el Hibernian. No se puede jugar así, piensa Kingsley, después oye los silbidos que provienen del terreno de juego y se da cuenta que debe narrar un partido del que no se sabe nada. Se gira hacia Hunter y los dos deciden seguir adelante. Kingsley entiende que es un momento delicado y se convierte, inconscientemente, en un héroe.

En el campo los dos equipos se dan batalla, en cambio, en los graderíos los espectadores esperan noticias desde el borde del campo, en algo parecido a un teléfono sin cables, más que  un partido de fútbol, parece un juego entre niños pequeños. Kingsley, en un primer momento, se sentía extraño pero no paró de hablar en ningún momento y en ningún caso nombre la niebla, nunca. Los nazis no lo deben saber.

Poco a poco el partido sigue adelante y la narración de Kingsley se hace más intensa y apasionada, los hinchas de los dos equipos se conmueven por ese remolino de emociones. La gente que escucha la radio se cargan de una ansiedad positiva que vacían sus mentes de pensamientos sobre la dureza del conflicto.

Una pena que ese partido, Kingsley se lo esté inventando, si no completamente, casi. La información que llega desde el borde del terreno de juego son sólo fragmentos, y los hinchas no saben si alguien ha marcado gol y por tanto el locutor simplemente transmite la información, muchas veces no real, que llega desde voces desconocidas de la grada. Sin embargo, él continúa su narración, hasta que llega el final del encuentro.

En realidad, ese Hibernian – Hearts fue uno de los más emocionantes Edinburgh Derby disputado jamás. Una serie de goles y jugadas que llevaron a los Hibs a vencer por 6 a 5 y, en un partido así, incluye también que el árbitro, que en el minuto 43 el primer tiempo manda a los jugadores a los vestuarios para después mandarles de nuevo al campo para disputar los últimos dos minutos. Kingsley no lo sabe, o al menos lo supo más tarde, pero no pudo corregirlo. Había quien escuchaba el partido, y quien no esperaba más que dieran informaciones esenciales. Captando la señal de la BBC, el encargado de los nazis no consiguió nociones útiles sobre Edimburgo, por lo tanto nada de Leith o Forth Bridge, no ese 1 de enero de 1940.

Bob Kingsley salva Edimburgo de los alemanes pero no se da cuenta. No se da cuenta ni siquiera que el partido ha terminado y continua a narrarlo al menos durante diez minutos más porque ve a Donaldson correr delante de él. Ese mismo Donaldson que se adelanta por poco a ese japonés escondido en los bosques para evitar la guerra y que se mantuvo mucho más tiempo de lo que duró el conflicto bélico. El radiofonista y el extremo se niegan a pensar que el partido ha terminado e, conscientemente o no, llevan a cabo uno de los actos más puros de antinazismo nunca visto sobre un campo de fútbol. Cómo ha terminado la historia con el nazismo, lo sabemos todos, y es mejor no olvidarlo nunca.

Gianmarco Lotti
Minutto 78

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