El 4 de noviembre de hace cincuenta años una terrible inundación afecto a la capital de la Toscana. Murieron 35 personas y hubo daños incontables al patrimonio artístico de la ciudad. El estadio de fútbol, el Artemio Franchi, se convirtió en un centro de acogida y los jugadores se transformaron en voluntarios para ayudar a los afectados.
Veintiséis horas seguidas de fuertes lluvias hicieron que el río Arno saliera de su caudal y viajase a una velocidad de 4100 metros cúbicos al segundo por el centro de Florencia. La precedente inundación no ocurría desde los tiempos de Dante, algunos como mucho la habían leído en algún libro de historia. Nadie recordaba algo similar.
La fuerza del agua llegaba a cada rincón del centro llevándose todo a su paso. La gente subía a los tejados para protegerse mientras en Piazza de la Signora los edificios históricos comienzan a ser afectados. Poco después media ciudad se queda sin luz, sin calefacción y sin teléfono. El agua está por todas partes y es imparable. En las calles, los coches son sustituidos por lanchas de voluntarios que quieren salvar el patrimonio de su villa.
Veinticuatro horas después de terror, la situación inicia a controlarse. Las lluvias cesan y las calles inundadas dejan paso al fango y al caos.
Recuerdo haber visto en directo una de las imágenes que ha sido el símbolo de la tragedia: un coche empotrado contra el bar de Piazza del Duomo
Giancarlo De Sisti, jugador de la Fiorentina
Los daños causados por el Arno son impresionantes. En la Biblioteca Nacional se han perdido manuscritos de un valor incalculable a pesar de los voluntarios. También queda prácticamente irrecuperable el Crucifijo de Cimabue in Santa Croce. Fue un duro golpe para los fiorentinos que realizaron una movilización increíble. Se crea el grupo de voluntarios los ‘Ángeles del fango’, formado por todas las clases sociales y por gente llegada de cada rincón de la península. El fútbol también tiene que arrimar el hombro. El Artemio Franchi se convierte en un lugar dónde llegan las familias que se han quedado sin casa.
Los futbolistas de la época dimos una mano para descargar los camiones que venían de toda Italia con medicinas y víveres de primera necesidad. Era nuestra forma de decir a la ciudad que nosotros también podíamos ayudar
De Sisti
Al final de aquella temporada, la unión que generó la tragedia lleva a la Fiorentina a conquistar el segundo Scudetto de su historia. Beppone Chiapella dirigía a un grupo convencido que tenía que dar una alegría a sus seguidores. El campeonato de liga italiana del 68/69 no fue un título más:
Cuándo vuelva al Franchi recordaré el campeonato que ganamos y a la gente acampó allí tras la tragedia. Fue algo que me quedó en el corazón
De Sisti
Fuente: Gazzetta dello sport