
La Plaza Mayor celebra el ascenso de «La Unión» a primera división en la temporada 96/97. (DIARIO AS)
La generación del Baby boom, los nacidos a partir de finales de los 70, nos aficionamos al Blanco y Negro de la Unión Deportiva Salamanca en los últimos años del colegio y primeros del Instituto, entre la EGB y el BUP.
Escuchado la radio deportiva, nos enterábamos de cuando repartían entradas para ir gratis al Helmántico, y acudíamos a animar, sobre todo en las complicadas fases de ascenso de Segunda B a Segunda División. Nuestra vida era el fútbol. Recuerdo que en esa época tuve mi primer encuentro con el periodismo deportivo. En una charla de Lillo y D´Alessandro me lancé con dos preguntas.
Eran partidos intensos, duros, con rivales como la UD Las Palmas, el Barakaldo o el Levante. El ascenso se vendía muy caro.
A la segunda fue la vencida. Dirigidos por un entrenador vasco muy joven con un gusto refinado por el buen fútbol, el pequeño Juanma Lillo, con una plantilla en la que empezaban a despuntar talentos como Martín Vellisca, el desaparecido Antonio Díaz o el fino media punta catalán Joan Barbará, con Roberto Olabe bajo palos y la pareja de centrales formada por Balta y Rodolfo, sentimos que este año nos tocaba….
Nuestros anhelos se cumplieron. A Segunda con hambre de hacer historia.
La siguiente temporada, ya en la División de Plata, el equipo mantuvo desde el principio su apuesta ofensiva, con un 4-2-3-1, el pentágono de la medular que popularizara Maturana con la selección colombiana que comandaba Valderrama.
Tras la temporada regular, los charros se clasificaron en cuarta posición, de forma que accedieron a la promoción de ascenso. Doble partido contra el Albacete, el queso mecánico, que terminó el cuarto por el final en Primera.
En la ida, los manchegos tiraron de sus estrellas para imponerse por 0- 2 con un trallazo de Zalázar que pilló a Olabe adelantado. Bajonazo.
La vuelta en Albacete la seguimos en un bar, que retransmitía la señal de las autonómicas. Antes del descanso, Vellisca sacó una falta desde el lateral y Miguel Torrecilla, un central de la casa, se elevó por encima de la defensa albaceteña para cabecear a la red el 0- 1 y darnos esperanza.
Pasaron los minutos con la UDS atacando sin descanso y el Albacete defendiendo su renta de la ida hasta que en el descuento, Sito, eterno lateral derecho, colgó un balón a la olla desde campo propio, a la espalda de Santi Denia. Ahí apareció Isma Urzáiz, inédito hasta ese momento, y remató con la coronilla, de espaldas a la portería, haciendo inútil la salida de Molina….. ¡¡¡ PRÓRROGA!!!
Y desfile. Con los locales abatidos, los charros sentenciaron con tres goles más en el tiempo extra. ¡¡¡¡¡¡ 0- 5 y A PRIMERA!!!!!!
Era la temporada 94-95, la de la Liga del Real Madrid con Valdano en el banquillo, cuando cumplió en parte la promesa de devolver a su club lo que le quitó en Tenerife. La liga se movía al ritmo que marcaba Fernando Redondo y los goles de Zamorano y Amavisca. Luis Enrique todavía vestía de blanco y España era de Menotti, a pesar de Clemente y su negativa de llevar al mejor Michel de siempre a la selección (Sí, yo era del Madrid)
Recuerdo que esa noche de verano volví a casa empapado, tras el baño en la fuente. La recepción a los chicos en la Plaza mayor fue antológica (Ruth, si lees esto, todavía me acuerdo de ti). Nunca habíamos vivido algo así. De Segunda B a Primera en dos años, con el entrenador más joven de la historia en alcanzar ese reto.
Por fin podríamos mirar a nuestros padres a la cara cuando nos hablaban de los años dorados, con el portero, entrenador, contertulio, empresario… D´Alessandro. Joao Alves y sus guantes negros con frío o calor, el rubio central Ricardo Rezza, viejo conocido en Gijón, o el mal logrado Lobo Diarte, que cobraba un pastón y apenas vio puerta en su periplo charro. Y por supuesto, Enrique de Miguel, uno de los nuestros de principio a fin
En nuestra aventura en el primer nivel, contamos con algunos refuerzos ilusionantes, sobre todo en la medular. Llegaron a Salamanca refuerzos como el peruano Chemo del Solar, consagrado en nuestro campeonato tras su paso por el Tenerife más sudamericano de la historia. Le cogió el punto a los desmarques por banda de Vellisca enseguida, antes de irse al Celta de Vigo. El rumano Stinga se ganó nuestro corazón muy pronto, con su cara de majete y sus goles. En su traspaso al PSV Eindhoven, Juan José Hidalgo, audaz negociador, incluyó un video marcador último modelo Phillps que nunca llegó.
¿El problema? Faltaba una referencia de garantías en la delantera. El bueno de Claudio fijaba bien a los centrales, pero no era un goleador puntero. El remate, llegando desde atrás, era la especialidad de Barbará y Stinga.
Tras una temporada irregular, con momentos sublimes como el 4-0 al Valencia con doblete de Joan y actuación estelar de Stinga, como narró en TVE mi compañero Juan Carlos Díaz, pero derrotas ante los rivales de nuestra liga, se consumó el descenso.
Tocaba apretar los dientes y aprender de errores como prescindir del entrenador cuando vienen mal dadas. Pero Juan José Hidalgo, presidente del club, además de dueño de Halcón Viajes y Air Europa, era más de gastar a lo loco el dinero de las televisiones, en plena burbuja del fútbol.
Y en estas se cruzó en su camino un agente portugués, un tal Jorge Mendes…
Por Javier Laso Carrero (@JLasoC)